De las cosas que más nos gustaron fue descubrir que llevan una vida muy interesante con un único propósito, el de amar y ayudar al prójimo; y a pesar de ser ya mayores están muy felices de tener esa vida. Una vida que no ha sido fácil en muchas ocasiones: han vivido con los pobres, en chabolas, casas sin baño, y siempre llevando a Dios en sus actos de amor. Viven de su trabajo en fábricas, en la limpieza... Siempre teniendo una relación cercana con las personas necesitadas de su entorno.
También nos impactó ver como se emocionaban hablando de su experiencia con Dios y con las personas más desfavorecidas.
Nos llamó la atención darnos cuenta de que las monjas son personas que en su vida normal hacen cosas como nosotros y cuando las conoces no son tan inaccesibles como puede parecer.
Acabamos este encuentro comiendo un rico bizcocho hecho por ellas y rezando todos juntos la oración del abandono de Foucauld
(Texto colaborado por todos y recopilado por Laura Gil)
