

Es una gran metáfora de lo que parece ser el siglo XXI: medios tecnológicos que nos ponen en la órbita del “progreso” y la “globalización”, conviviendo con situaciones de explotación para los niños que nos retrotraen al siglo XIX.
Para tomar dicha decisión y hacer tales declaraciones ha contado con el respaldo de una poderosa asociación de “niños trabajadores” bolivianos (menores de 14 años) que reclaman unas “justas” condiciones para un trabajo que consideran necesario para colaborar a acabar con la miseria en la que viven sus familias. El trabajo no es el problema, proclaman los niños, la explotación sí que lo es. El argumento se completa con otras perlas: de siempre han trabajado los niños. Además, añade el presidente, eso ha contribuido y contribuye a formar su “conciencia social”.

Pero volvamos al tema: la confusión nace desde el mismo momento en que hemos aceptado hablar de “trabajo infantil” en lugar de hablar de lo que realmente es: explotación y esclavitud infantil. La confusión la han introducido los propios organismos internacionales, con la OIT al frente de ellos, que no para de hablar de “trabajo infantil” y de “las peores formas de trabajo infantil”. La confusión tiene que ver con esa visión burocrática y materialista que rezuma todo el discurso de unos organismos que siempre han servido para lavar la cara del criminal y despiadado imperialismo del Capital que está en el trasfondo de sus decisiones.

Pero la realidad, a lo que Usted y todos los organismos internacionales están llamando “trabajo infantil”, es pura y dura explotación y esclavitud laboral. Y no estamos hablando de las “peores formas”, que son delito aunque no hubiera ninguna legislación especial para ellas. Todo niño condenado a formar parte de un trabajo del que depende poder satisfacer sus necesidades más básicas y las de su familia, está condenado a trabajos forzados. Y eso está aún más claro si sus padres carecen de un empleo, o el que tienen no les proporciona un salario digno para sacar adelanta a su familia. Este viene a ser el caso de más del 60% de los trabajadores adultos en el mundo. Y el del 70% de los empleos adultos en Bolivia. Y mientras se produzca esta situación, la existencia de los niños en el mundo laboral será una canallada y un crimen inmoral que no hace sino perpetuar un sistema económico canalla y criminal. Y, por si eso fuera poco, da la poca casualidad de que en un 99% estos “trabajos” de los niños son pura explotación en el sentido más elemental del término. También en Bolivia, Señor Evo Morales.

Sr. Evo Morales. No sea usted un hipócrita que, para tapar el fracaso de un “modelo” que no consigue permitir ganarse dignamente el sueldo a las familias, pone a los niños a los pies de una explotación que no tiene ninguna justificación. Y, además, está consiguiendo algo aún mucho más grave para el avance de la justicia: hacer aparecer en la opinión pública como “buenos” a organismos internacionales del sistema-ONU que desde la OIT condenan el “trabajo infantil” y desde el BM, el FMI y la OMC allanan el camino a las condiciones que imponen la rapiña de la banca privada y las empresas transnacionales: más esclavitud y asesinatos para la infancia.
Autor: Manuel Araus
Autor: Manuel Araus
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