
Tanto el amor como el odio no se venden, ni se compran; no se enseñan, ni se aprenden: se contagian.
(G. Rovirosa)
Hemos vivido un ambiente de entusiasmo. La alegría de los jóvenes era evidente en la acción de calle. Cantos y lemas que continuaban después del acto. En los descansos gente preparando detalles, usando restos de telas para hacer más pancartas y banderolas, ensayando bailes, aconsejándose unos a otros cómo hacer si nos sale mal, si nos equivocamos… porque no es tan importante mi aportación sino la acción del grupo.

Se unieron a nosotros durante los ramales gente joven y adulta. Muchos jóvenes han traido amigos y conocidos a actos, a pasar el día, a dormir… y algunos se quedaban más. Había 90 apuntados al campamento pero los últimos días se cocinaba para 120 o 130. Una catequista y su padre se unieron a nosotros unos días y cuando resumían la experiencia les surgía la cita: “Mirad como se aman”.
Hicimos una camiseta que decía: MAKE MISTAKES AND GROW UP.
Es asumiendo riesgos y responsabilidades como aprendemos. Los hechos (de jóvenes y adultos) de escaqueo de los servicios (les hemos llamado “números de escapismo”, que suena más profesional!!), de autoritarismo, de hablar más que escuchar, los de poner lo mío antes de lo común… estos hechos son la materia de trabajo del educador.

Rollos no, responsabilidades (Cardjin).
Los responsables de orden (de 18 años) aprenden que para que esto funcione hay que levantarse los primeros y acostarse los últimos.
Que todo nos importa, desde cómo tirar las basuras hasta cuánto usan el móvil los chicos del campamento. Una noche le dicen a un responsable: “Los estamos acostumbrando mal, persiguiendo a la gente para que vayan de un lugar a otro. Mañana damos palmas y empezamos a la hora. No los persigas que saben hacerlo solos”.
He visto hechos pequeños de promoción, de ofrecerse a dar la cara en la calle, a servir… y visto de un modo dinámico, el proceso me alegra.

Un joven con dudas sobre la fe, tras escuchar a las Patronas escribe en su cuaderno “todas ellas hablan de solidaridad y hablan de Dios. TODAS” (el subrayado es suyo).

La revisión del campamento concluyó que, si esto es un hecho aislado de verano, si no cambia nuestras vidas, si no trabajamos en nuestras ciudades… habrá sido HIPOCRESÍA. En la Eucaristía de final de campamento, nos planteamos… ¿qué va a pasar mañana? ¿A qué hora nos levantaremos? ¿Vamos a estudiar para servir mejor a los demás?